1/02/2019
Ruta de Senderismo en el Parque Natural de Redes
Dicen que lo difícil no es llegar a la cima, sino dejar de subir. Claro que para nosotros no había límites cuando iniciamos esta aventura porque desconocíamos el sentido literal de la frase: lo difícil es dejar de subir porque la bajada puede ser mucho peor ;). Bromas aparte, ahora tampoco los tenemos.
Cuando comenzamos esta bonita experiencia dentro del Parque Natural de Redes no solo conseguimos establecer un vínculo especial con nuestros clientes, sino que hicimos que seis personas desconocidas iniciaran un camino en equipo alejado de la realidad de su zona de confort. ¿Puede haber algo más gratificante que la sensación que explorar nuestros propios límites? Seguro que no.
Como marca, desde Centrowagen tenemos la firme convicción de que ser líderes en experiencias es mucho más que una valoración, detrás de la cual hay personas con nombre y apellidos, con intereses y con emociones. Y son esas mismas las que hemos sacado a la luz durante todo un fin de semana en un entorno natural cuya magia fue capaz de unir corazones dispares y vincular la práctica del deporte en un entorno de networking, de amistad y de conocimiento.
Primer día de Aventura
Eran muchas las inquietudes que como empresa nos bombardeaban el día de la partida. Iniciábamos la mañana con clientes que no se conocían entre ellos y con niveles de trekking completamente diferentes. ¿Qué podía salir mal?
El punto de partida fueron nuestras instalaciones de Centrowagen en Badajoz, y con un desayuno en nuestra cafetería, cuatro de las cinco personas que realizábamos el viaje hasta Asturias en un Audi Q5 nos pusimos en carretera. La quinta nos esperaba en Mérida.
Durante el trayecto ya pudo adivinarse que aquel viaje marcaría un antes y un después. Una experiencia inolvidable, desde luego. Los participantes sacaron sus cartas, aún con recelo, animando el trayecto con sus aventuras personales. La cosa prometía. Y el Audi Q5 no defraudó. Para qué comentar sus medidas si una imagen habla por sí sola.
El pueblo de Caleao nos recibió al final de una serpenteante carretera que ya lanzaba un mensaje: "Os estáis adentrando en un lugar mágico. ¡Disfrutadlo!" Realmente el Principado de Asturias podía apuntarse la idea y clavar un cartel, aunque no es necesario; el arroyo con cada una de sus cascadas creaba la melodía y los árboles del bosque pintaban la escena que lo anunciaba.
Arriba del pueblo nos esperaba José Díaz, una persona muy especial y con una sensibilidad para la flora y la fauna de la zona admirable. Ilusionados, descargamos las mochilas y comenzamos la ascensión. 6,5 kilómetros de subida para abrir apetito. ¿El destino? La cabaña donde se grabó el documental 100 días de soledad.
Después de un primer contacto con la zona, el calor de la hoguera nos llamaba. Y junto al fuego preparamos la ruta del día siguiente, en medio de un paraje inhóspito, sin cobertura y bajo un manto de estrellas.
Segundo día de Aventura
El viernes comenzó más temprano de lo habitual. A las seis de la mañana, sumidos en las tinieblas más profundas de uno de los valles de redes y con un par de linternas, iniciamos la marcha con el objetivo de ver amanecer desde uno de los picos que bordeaban la cabaña par después continuar la ascensión hasta el horizonte, donde las montañas nevadas paraban nuestra visión.
A partir de ese momento muchos nos percatamos de qué iba la cosa. Lo que parecía una ruta de nivel bajo, un recorrido que el propio José Díaz aseguraba realizar cada día antes de desayunar, ya auguraba un camino inexplorado, el primer rincón en el que saltar la barrera de nuestros límites y navegar en unas condiciones terrenales para las que no estamos muy acostumbrados por los llanos de Badajoz.
Por el camino encontramos huellas de lobos, y pudimos observar ciervos; nos topamos con chozas que en otro tiempo fueron habitadas y aprendimos no solo a pisar para subir, ¡sino a pisar para bajar sobre una ladera de hielo! Arriba, bajo un sol abrasador que contrastaba con la capa de nieve que pisábamos, disfrutamos del Parque con unas vistas únicas que pocos se han atrevido a buscar.
Tercer día de Aventura
El último día dividimos el grupo. Por un lado, tres de los participantes decidimos descansar en la cabaña, preparar el material para la vuelta y regresar al pueblo para conocer su gastronomía y sus gentes desde el medio día. José Díaz, nuestro guía particular de Un Extremeño en el Ártico y uno de nuestros clientes fueron más atrevidos. Desde las cuatro y media de la mañana se lanzaron en busca de la camada de lobos que habita por aquellos bosques y descubrieron nuevos y bravos paisajes. No llegaron a ver lobos, pero cuentan que la experiencia valió la pena.
A las tres y media volvimos a reunirnos. Era hora de regresar pero, ¿cómo íbamos a volver sin deleitarnos con una auténtica fabada asturiana? Decidimos pararnos en la bajada de Caleao, en un restaurante conocido como La Encrucijada, donde pusimos la guinda a un viaje increíble.